Una alumna de 2º de ESO, accésit en «PREMIADOS. Los mejores relatos breves juveniles de la provincia»
El pasado 4 de octubre se celebró en el ADDA, el Auditorio de la Diputación de Alicante, la entrega de PREMIADOS. Los mejores relatos breves juveniles de la provincia de Alicante. 78 centros educativos y más de 9.000 alumnos han participado en esta nueva edición. Los 120 jóvenes seleccionados han acudido junto a sus familias a la entrega de premios, un acto cerrado por la Diputada de Cultura Julia Parra. Los 120 trabajos se han recopilado en un libro, que ha sido entregado a los asistentes durante la gala.
Esta propuesta tiene como objetivo incentivar la lectura y escritura, fomentar la creatividad y dar visibilidad al talento de jóvenes de diez a quince años.
Nuestra alumna Beatriz Gómez Moyano de 2º ESO recibió con gran alegría el primer accésit por su magnífica narración. Le damos la enhorabuena por su esfuerzo y dedicación. A continuación, podéis leer el relato:
María en algún lugar remoto
Alrededor del 1933 nació una niña llamada María a las afueras de León, en el pueblo de Encinedo. El parto sucedió en una madrugada de invierno en una casa de paredes gélidas y toscas, la niña nació saludable, con piel tan blanca como la nieve y el cabello negro como el carbón. Sus ojos eran azulados como si un océano albergara en ellos, en cambio, la madre poseía una cabellera dorada como si hebras de oro brotaran de su simple piel, la madre también tenía ojos azules cual zafiro a la luz del sol.
El parto fue asistido por una matrona y el marido.
Los padres supieron como criar a María, una niña risueña y aventurera. A sus pocos años el padre fue llamado a filas, su ausencia enfrió mucho el ambiente del hogar donde María y su madre vivían. La madre hizo todo lo que pudo por darle una infancia feliz, pero cuando María cumplió seis años su madre contrajo una grave enfermedad.
Cuando la guerra terminó, la llegada de una simple carta al domicilio trajo lágrimas a flor de piel. La carta informaba del fallecimiento del padre en batalla, también traía un mensaje escrito que nunca llegó a mandarse, y decía así:
“Mis queridas niñas:
No sabéis cuánto os echo de menos, los minutos parecen horas y las horas parecen días sin vosotras. Creo que podré volver pronto, o eso quiero creer. Mi querida Isabel, no sabes cuánto te añoro cada segundo de mi vida, echo de menos tus ojos, aquellas
piedras preciosas sin fin. ¡Y cómo olvidarse de la preciosa María! María, eres la luz de mi vida y no sabes lo tanto que echo de menos salir a buscar flores contigo. He encontrado muchísimos libros que podremos leer, estoy seguro de que ya eres tan lista
que sabes hasta escribir. Sed felices, y nunca perdáis esa hermosa sonrisa que vestís cada día.
Con amor. Ángel”
La madre de María sufrió mucho cuando supo de su muerte, su enfermedad empeoró bruscamente a causa de ello. Cuando María cumplió siete años perdió a su madre, no pudo con todo ello, la noche de la muerte de la madre estaba tumbada a su lado. Al día siguiente, unos vecinos llamaron a su casa al escuchar fuertes llantos durante la madrugada y encontraron a María abrazada a su madre sin vida.
Seis años después María vivía con su tía y sus dos primos, y tal como escribió su padre en la última carta, nunca dejó de sonreír. Guardaba sus palabras en un colgante de oro blanco con una foto de su madre. María siempre tuvo un sueño, uno que siempre semblaba imposible.
Después de todos estos años María nunca había salido del pueblo, pero ya iba siendo hora de ver qué había ahí fuera. Era hora de observar los inmensos caudales de agua salada y la tierra de oro. Era hora de volar.
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(Nueve años más tarde)
– ¡María! ¡Vas a llegar tarde! – gritaba una voz de mujer.
– ¡Ya voy! – gritó otra más joven.
Podías ver en el pasillo a una niña de unos dieciséis años con su falda azul cielo, un cinturón negro y una camisa blanca con estampado de rayas. Llevaba su cartera en la mano mientras se arreglaba el pelo como podía.
– ¡Lo siento, tía Carmen! ¡No volverá a pasar! – dijo la chica.
– No te preocupes, ahora ¡vete antes de que llegues tarde!
La niña salió disparada de la casa. Cuando llegó a la escuela estaba muy agitada.
– ¡He llegado! – Exclamó al entrar en la clase.
– ¡Pero qué modales son esos, María! Siéntate ahora mismo –dijo la profesora.
Esa era la mismísima María, la cual perdió a sus padres a temprana edad y se fue a vivir con su tía y sus primos. Se sentó en su sitio y sacó sus libros, su compañera le dijo lo que estaban haciendo en ese momento y consiguió ponerse al día. Cuando las clases terminaron se dirigió rápidamente a la casa de un amigo que conocía desde que eran pequeños, Rafael.
– ¡Rafa! ¿Lo tienes? – dijo María con entusiasmo.
– ¿Que si lo tengo? ¿Qué? – preguntó Rafael con expresión de confusión. ¡Que es broma! ¡Toma!
– ¡Muchísimas gracias! – dijo María cogiendo el libro.
– Oye, ¿no lo irás a leer sin mí?
– Buenoo… ¡Ven! – María lo tomó del brazo y lo llevó a una pradera que había cerca de su casa.
Se tumbaron en la hierba y abrieron el libro que parecía ser el gran éxito “Northlandsongs”.
– Cada vez que este señor escribe, me fascina como abre una puerta a un mundo increíble – dijo Rafa mientras se entrelazaba los dedos en el pelo.
– Su forma de intercalar palabras, la verdad es que me asombra bastante –dijo María levantándose – página 160, párrafo 4.
María miró hacia las montañas y Rafael buscó en el libro hasta encontrar aquel párrafo.
– “The breeze that smells like blue ocean and clean gold sand” …
La brisa que huele a océano azul y arena de oro… ¡Qué bonito!
María se giró a mirar a Rafael, pequeñas lágrimas bajaban por sus mejillas.
– Ese era el libro que mi padre me leía cuando era pequeña. Yo solo quiero ir a ver lo que hay fuera. Quiero ir a ver las tierras de oro y las aguas saladas.
Rafael se levantó y le limpió las lágrimas a María.
– ¡Pues viajemos y encontrémoslas! – dijo elevando la voz hacia el pinedo.
María se rio.
– ¡Vamos a encontrarlas! – María gritó.
Y tanto que fueron a encontrarlas… Encontraron las tierras de oro y las aguas saladas que recubren todo el mundo.
Capítulo piloto, María en algún lugar remoto.