La importancia del movimiento para la lectoescritura

¿Cómo la psicomotricidad influye sobre el desarrollo lectoescritor de los niños? ¿Por qué es tan importante alentar a los niños pequeños a experimentar todo tipo de movimiento? Desde una visión adulta el movimiento y la lectoescritura posiblemente sean términos totalmente encontrados.
Nos imaginamos nuestro rincón de lectura como un sitio tranquilo con un buen sofá, absoluto silencio y un té calentito, o el escritor que busca un sitio de la casa recóndito donde poder concentrarse. Pero para llegar a este punto, para saber leer y escribir a este nivel, primero hemos tenido que movernos y mucho.
Desde la psicomotricidad se trabaja desde dos leyes de la maduración básicas:
- Ley próximo distal
- Ley céfalo caudal
Estas leyes dicen que primero controlamos nuestro cuerpo desde la cabeza hasta los pies: los bebés primero controlan su cabeza y desde el centro hacia afuera, por lo que si ponemos a un bebé boca abajo apoyará las manos para poder subir los hombros y levantar la cabeza.
Partiendo de esto, para coger con destreza un lápiz que está en el extremo de la mano, primero debemos haber madurado nuestro cuerpo y tendremos que controlar nuestros hombros, luego los codos, luego las muñecas y por último los dedos. Además, tenemos que asimilar que el brazo que utilizamos para escribir es diferente del otro y a su vez, del resto del cuerpo.
Como ejemplo de la dificultad que conlleva esto, os invitamos a buscar un texto escrito en árabe o en chino y copiarlo con la mano no dominante y en un espacio determinado. El trabajo y la concentración que exige esto, a todos los niveles, es altísimo y agotador, aunque como adultos se supone que tenemos control sobre nuestro cuerpo.
En la lectura entran en juego nuestra capacidad de codificar y decodificar algo que tiene sentido en sí mismo, hay que emparejar un dibujo con un sonido. Pero es un código que tiene un orden propio y en otro orden no tiene sentido: Como occidentales leemos y escribimos de izquierda a derecha, es decir, nuestro código solo tiene sentido en ese orden. Para eso tenemos que pasar de un plano a otro y son planos que se cruzan por delante de nosotros, de izquierda a derecha todo el rato.
Aquí entra en juego nuestra orientación espacial y nuestra lateralidad y esto se adquiere y somos conscientes a base de experimentar con el cuerpo, de movernos mucho por el espacio hasta que lo conozcamos y lo controlemos. Esto se comienza a hacer desde que somos muy pequeños, exactamente desde que gateamos.
Por todo ello, dotar a los más pequeños de todas las experiencias de movimiento posibles es importante para que conozcan su cuerpo y sean capaces de controlarlo, partiendo de los básicos que son gatear, saltar, arrastrase, correr… hasta los más elaborados como trepar, andar en bici o nadar.