El reto del Colegio CEU Jesús María Alicante reside en dotar a nuestros alumnos de habilidades, conocimientos y estrategias que les permitan abordar con éxito los desafíos del futuro. ¿Qué diferencia al Colegio de otros centros? Lo resumimos en estos puntos clave:
Es decir, ponemos los idiomas al servicio del fin, no los convertimos en un fin. Eso exige que el aprendizaje de idiomas esté directamente relacionado con el contacto cultural del resto de los países. Y que el idioma se utilice de una manera vehicular y no como un aprendizaje puramente teórico.
Tenemos que tener muy claro cuáles son nuestras anclas, y en nuestras anclas está la forma en que miramos a las personas.
Miramos a las personas como entes pensantes, son entes transformadores, actúan sobre la sociedad, sobre su entorno, y además esa mirada y esa transformación es una mirada fundamentalmente ética, dirigida hacia el bien. Y por último y quizá más importante, tenemos una mirada trascendente hacia las personas, o lo que es lo mismo: somos católicos que miramos a la realidad como católicos.
Desde esta perspectiva y desde esta visión del ser humano, nos damos cuenta de que nuestro objetivo, el influir positivamente en la transformación de la sociedad a través de la educación, “se queda cojo en los modelos tradicionales”. Esos modelos que ponen el énfasis en los aspectos relacionados con el conocimiento, con el saber, y también con el ser, con la construcción de la persona, pero hoy son dos soportes insuficientes en la construcción completa de la identidad personal. Nos falta un elemento importante que es el que tiene que ver con los aspectos competenciales, todo aquello que tiene que ver con el hacer, el dar sentido a nuestro conocimiento a través de la acción y por medio de lo que yo soy. Los aspectos competenciales, el pensamiento crítico y creativo y el desarrollo emocional son esenciales.
En el Colegio CEU Jesús María Alicante hacemos nuestra una imagen del Papa Francisco que habla de corazón, cabeza y manos al referirse a la educación. El corazón son sus principios, el espíritu fundacional y los valores que impulsan el proyecto educativo. No pueden quedar en una pura entelequia, deben conformar toda la actividad escolar del centro. La cabeza es la definición pedagógica y su concreción didáctica. No pude ser un mero coctel comprado al peso en el supermercado de la innovación, de ser así tendríamos un colegio sin corazón. Debe ser fruto de una reflexión profunda, valorando todas la opciones que nos ofrece la pedagógica y la didáctica para seleccionar aquellas que mejor nos permiten alcanzar nuestros objetivos y cumplir los principios fundacionales. Las manos son las acciones, los proyectos concretos, la concreción formal, trasversal y vertical, del proyecto para alcanzar los objetivos específicos.